A propósito de Morton Feldman
por Mariano Etkin
El siguiente aríticulo fue publicado por primera vez en la revista de las Segundas Jornadas de Música Contemporánea, Facultad de Bellas Artes, Universidad Nacional de La Plata, La Plata, Argentina, 2001.
Notas:
1. Es bueno recordar que ya hacia mediados de los años sesenta, Buenos Aires era uno de los poquísimos lugares del mundo -fuera de los círculos de la Escuela de Nueva York- donde la música de Feldman comenzaba a ser tocada y apreciada.
1. Opening
2. Legato
3. Slow Waltz
4. First Words
5. Whisper
6. Chords
7. A Non Accented Legato
8. Snow Falls
9. Legato
10. Slow Waltz And Ending
Morton Feldman decía que se podía vivir sin arte pero que no se podía vivir sin el mito acerca del arte. Uno de esos mitos supone que las obras tienen duraciones más naturales que otras, un poco a la manera en que Rameau y su época proponían a la armonía tonal como algo natural. Feldman compuso, en sus últimos años, obras de una duración desacostumbrada, entre ellas el Segundo Cuarteto de Cuerdas, ejecutado por el Cuarteto Pellegrini en Buenos Aires en 2001. Esa duración muy extensa está alejada de cualquier pretensión de grandiosidad. Lo extenso aparece como atributo vinculado con los materiales pero no con una ritualidad. "El fabricante de mitos, decía Feldman, tiene éxito porque sabe que en el arte, como en la vida, necesitamos la ilusión del significado. Él estimula esa necesidad. Nos da un arte vinculado con sistemas filosóficos, un arte con una multiplicidad de referencias, de símbolos, un arte que simplifica las sutilezas del arte, que nos alivia del arte".
Existen dos obras que son antecedentes insoslayables, no solamente para vincular a Feldman con una preocupación por el tiempo y la duración, sino para situarlo en una línea de continuidad con compositores que, como él, cuestionaron las premisas más sólidas de la música de arte: Vexations de Erik Satie y 4'33" de John Cage.
Además de aventurarse en el terreno de las duraciones, Feldman logró casi lo imposible: despojar a los instrumentos de los gestos, convenciones y giros adquiridos en su paso por la cultura occidental. Volvió así a convertirlos en instrumentos y a relacionarlos con el sonido, más acá de la música.
Su actividad como sastre hasta bien entrada la década del 70 probablemente favoreció el desarrollo de su refinada sensibilidad por los detalles y hasta su interés por cierto tipo de alfombras orientales. "Mi música, decía, está hecha a mano: soy como un sastre. Hago los ojales a mano. El traje queda mejor".
Si hay una música paradojalmente contemporánea y al mismo tiempo fuera de su época, esa es la de Feldman. Su mundo es esencialmente anti-mediático, anti-tecnológico y, por cierto, nada espectacular. En los años que han pasado desde la muerte de Feldman, éste ha dejado de ser, gracias a la grabación y el análisis de casi todas sus obras, un compositor marginal[1]. Su música -quizás haya que decir felizmente- no ha dejado de serlo.
Existen dos obras que son antecedentes insoslayables, no solamente para vincular a Feldman con una preocupación por el tiempo y la duración, sino para situarlo en una línea de continuidad con compositores que, como él, cuestionaron las premisas más sólidas de la música de arte: Vexations de Erik Satie y 4'33" de John Cage.
Además de aventurarse en el terreno de las duraciones, Feldman logró casi lo imposible: despojar a los instrumentos de los gestos, convenciones y giros adquiridos en su paso por la cultura occidental. Volvió así a convertirlos en instrumentos y a relacionarlos con el sonido, más acá de la música.
Su actividad como sastre hasta bien entrada la década del 70 probablemente favoreció el desarrollo de su refinada sensibilidad por los detalles y hasta su interés por cierto tipo de alfombras orientales. "Mi música, decía, está hecha a mano: soy como un sastre. Hago los ojales a mano. El traje queda mejor".
Si hay una música paradojalmente contemporánea y al mismo tiempo fuera de su época, esa es la de Feldman. Su mundo es esencialmente anti-mediático, anti-tecnológico y, por cierto, nada espectacular. En los años que han pasado desde la muerte de Feldman, éste ha dejado de ser, gracias a la grabación y el análisis de casi todas sus obras, un compositor marginal[1]. Su música -quizás haya que decir felizmente- no ha dejado de serlo.
Notas:
1. Es bueno recordar que ya hacia mediados de los años sesenta, Buenos Aires era uno de los poquísimos lugares del mundo -fuera de los círculos de la Escuela de Nueva York- donde la música de Feldman comenzaba a ser tocada y apreciada.
1. Opening
2. Legato
3. Slow Waltz
4. First Words
5. Whisper
6. Chords
7. A Non Accented Legato
8. Snow Falls
9. Legato
10. Slow Waltz And Ending
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